Melodía de color, música de silencio

 Por la VIDA, que me brinda otra oportunidad de nacer a la primavera.


Al SILENCIO ROTO en el tiempo por que el silencio es elocuente cuando hay miradas y en ausencia de ellas la distancia se prolonga .
Y porque cuando el silencio se rompe, las palabras nos acarician, y  rompen nuestra tristeza.


…Y a mi AMIGO, lejos del calor de su hogar, de las risas de sus hijos,  de las caricias de su compañera y de la calidez de sus amigos. Todos en la distancia intentamos ahuyentar tu soledad.

Siempre hay  un tiempo para todo, y todo encuentra su lugar.








30 de abril de 2013.Frias (Burgos). Area de servicios. 42º45.613N,3º17’752O.

Aunque estamos en plena primavera, durante el fin de semana que precedió a nuestra escapada, las temperaturas habían caído bruscamente para introducirnos de nuevo en el inverno. Habíamos disfrutado de un espléndido cambio de estación  que tan solo había durado unos días y ahora estábamos sumergidos de nuevo en el invierno y los pronósticos meteorológicos para estos días de fiesta no eran buenos.

Pero este último mes había sido especial y necesitaba poner tierra de por medio. Necesitaba paz en mi alma; necesitaba ordenar y poner cosas en su sitio y esperaba que estos días me ayudaran a ello. Otra cosa es que lo consiguiera, pero con ese deseo partimos y retando al mal tiempo, elegí el mismo destino de hace exactamente un año: una zona de Las Merindades, en el norte de la provincia de Burgos: Frías, Berberana, Oña…destino que no parecía muy adecuado para alejarse de estos pronósticos meteorológicos pero ahora era el más deseado y he aprendido que los deseos hay que hacerlos realidad en cuanto haya la más mínima oportunidad porque a lo mejor…no hay otra.

Un cielo gris plomizo amenazante nos acompañó en nuestra salida de Madrid que hicimos sin problemas después de decidir dejar en casa con los chicos a nuestra compañera peluda aquejada de unas fiebres intermitentes que la atacaban cada 15 días. Esta vez fue el tercer episodio y pensamos que lo mejor para todos sería que se quedara en casa.

Cerca de Somosierra, rompió a llover y en puerto nos sorprendió la nieve, pero últimamente soy difícil de asustar así que estos augurios no iban a conseguir ensombrecer la salida.

A unos 80 km de Burgos nos sobrecogió un tremendo accidente en sentido contrario y que había atrapado a casi una decena de turismos. Todos tenían fuertes golpes de chapa, pero afortunadamente no se veía afectado ningún habitáculo y no parecía que hubiera tenido mayores consecuencias. Sin embargo…SÍ las tuvo para mí que rompí a llorar, y para mi sorpresa, intensamente.

No deja de sorprenderme la violencia de los accidentes de tráfico, la indefensión de las personas que atrapadas dentro son agitadas  y golpeadas como muñecos de trapo a merced de los bandazos,  y los interminables segundos en que esto sucede y que pueden dar un brusco giro a la vida de alguno de sus protagonistas. Volví a revivir con extremada realidad e intensidad los segundos y minutos que siguieron a nuestro accidente. Creo que jamás se me olvidará, aunque es posible que mi emotividad se calme un poco y no esté tan a flor de piel como ahora.
Son las 22 horas y los últimos rayos de luz se han extinguido. La noche nos ha envuelto a los pies de las casas colgantes de Frías. Un frío de invierno ha acompañado un breve paseo por las calles más cercanas al área y ahora nos vamos a entregar al sueño.

1 de mayo de 2013. Area de Frías.
(Frías-Herrán-Desfiladero del Purón-Pedrosa de la Tobalina-Ermita de San Pantaleón de Losa-Ermita de San Pedro de Tejada-Frías)

Aunque me he despertado varias veces, he dormido en general bien. Cosas de la edad.

A las 8,30 nos hemos puesto en movimiento en un día con el cielo gris, pero sin amenaza de lluvia inminente. Rumbo a Herrán a pocos kilómetros para hacer el desfiladero del Río Purón; pero antes hemos parado a disfrutar y admirar el impresionante puente medieval de Frías sobre el Ebro. Unos tímidos rayos de sol se han colado entre las nubes y han iluminado sus doradas piedras  aunque en muchas zonas presentan ya  un  marcado tono grisáceo que delata sus  muchos siglos de edad, seis, ya que aunque le llaman romano, es de factura gótica, de tiempos de Alfonso VIII. Sus más de 140 metros atraviesan el ahora caudaloso río Ebro. Impresionante obra de ingeniera y, como no, también de arte.  Destaca  la torre de “portazgo” en el centro del puente, donde pagaban peaje arrieros y mercaderes y que fue construida en 1492. Observo su asimetría –me gusta, especialmente en la arquitectura- que no rompe para nada su armonía. Por unos minutos disfrutamos de su hermosa vista y de su entorno.

Seguimos nuestro camino disfrutando de unas bonitas vistas del valle de la Tobalina con las nubes descansando a media ladera. Nuestra vista se llena del color verde del que esta explosiva primavera ha vestido el campo.

Antes de llegar a Herrán hay un pequeño aparcamiento, ahora vacío, donde dejamos la autocaravana. Ahora el tímido sol comienza a dominar el cielo y son las nubes las que parecen huir de él. Parece que podemos tener suerte y disfrutar de un soleado paseo, o al menos, en parte. De hecho, dejamos nuestros abrigos y tan solo marchamos con unos chubasqueros para “ahuyentar” al agua.

El sendero del desfiladero del Río Purón se encuentra a la entrada del Parque Natural de Valderejo. Es una senda lineal que une Lalastra con Herrán. Yo decidí comenzar desde Herrán, no solo por que el acceso era más cercano a Frías, sino también porque según lo que pude leer,  la parte más espectacular de este desfiladero se encuentra entre los puntos de Herrán y el ahora pueblo abandonado de La Ribera,opinión que también fue compartida por unos lugareños a quienes pregunté.  La longitud total puede ser de unos 8 kilómetros (en otros sitios leo que 6 km) y el tiempo estimado unas 2 ó 3 horas.

Tras atravesar en línea recta este bonito pueblo medieval, salimos de él y dejamos atrás un molino de agua y por una pista continuamos dejando el río Purón siempre a nuestra derecha. Pasamos un agradable merendero y salimos a ladera abierta vigilados por el lento vuelo de tres buitres y un cuarto que ascendía lentamente en círculos para unirse a los otros aprovechando una corriente  de aire. Luego nos internamos en una estrechez de este desfiladero por donde el río discurría encajado entre dos impresionantes paredes de piedra atravesando por debajo el camino. El ruido es atronador y al salir de este breve tramo aparece la ermita de San Roque y San Felice, pegada a la roca y a la que nos dirigimos para verla de cerca aunque no tiene nada destacable excepto unas hermosas vistas.

Descendemos para retomar el  camino, que ahora discurre a media ladera dejando el río Purón a nuestra izquierda y abajo, pero seguimos oyendo el ruido que provoca y disfrutando de alguna violenta cascada para sumergirnos a través de una estrecha senda en una zona de naturaleza pura, en un espectacular bosque de una variada vegetación donde abunda el boj, que alcanza y supera en algunos casos los 2 metros de altura, quejigos, avellanos, robles, pino silvestre, hayas, arces...entre otras especies a las que la primavera comienza vestir de unos intensos colores verdes.

Y continuamos ahora hasta llegar otra vez al río que vuelve a encajarse entre imponentes paredes  discurriendo cantarín, bravo y alegre. Cuando terminamos llegamos a un pequeño prado donde los árboles, a los que la primavera aún no le ha dado tiempo de pintar, están cargados de muérdago en fruto ya. El paseo ha durado una hora, por lo que, y según lo leído, hemos visto lo más espectacular así que comenzamos a pensar en iniciar el regreso. En este trayecto únicamente nos hemos cruzado con un par de personas que venían en sentido contrario.

Pero por suerte decidimos asomarnos un poco más y descubrimos un espectacular prado de una belleza casi sobrecogedora. Ante nuestros ojos se extiende casi un kilómetro de pradera verde salpicada de margaritas y custodiada por los chopos de la ribera del río a un lado cargados de muérdago, y los pinos de la falda de la ladera por el otro. Pero parece que hayan sembrado las margaritas marcando curiosamente el camino que atraviesa a lo largo este prado. No puedo dejar de contemplarlo. Me atrae irresistiblemente. Su sencillez resalta aún más su belleza. Dan ganas echar a correr por él, de atravesarlo saltando y cantando como si fuéramos protagonistas de “Sonrisas y lágrimas”...solo que esto no son los Alpes...aunque su belleza lo iguala. Atravesarlo a lomos de un caballo fundida en su suave galope sería...un sueño.
Y es en estos momentos, cuando, una vez más, las palabras de quedan muy cortas para transmitir tanta belleza y las emociones que su contemplación despiertan en mí.
Y entonces saco de mis sueños y traigo a este lugar a los que quiero, y los abrazo cálidamente... y  reconozco también que soy “palizas” y que me empeño en pensar que lo que es hermoso para mí y me provoca esta felicidad, también lo tiene que ser para los demás y provocarle las mismas emociones…Como dice mi santo contrario: “el mundo según Mª Angeles” y no es así. Soy a veces muy “¿intensa?” y al que con esta intensidad no asusto al principio, lo consigo un poco después.


Pero recojo y atesoro mis emociones y regreso al relato…

Al final de este hermoso prado aparecen las ruinas de lo que en su día fue la aldea o pueblo de La Ribera, enmarcado en un lugar de incomparable belleza, y del que ahora sólo quedan los restos de los muros de piedra de algunas casas. Arriba del todo, encaramado en una loma, aparece su iglesia, dedicada a San Esteban. Seguimos el camino con la intención de encontrar el acceso a ella. Pero cruzamos el río y la dejamos a nuestra izquierda, por lo que decidimos regresar y “atacarla” atravesando por lo que en su día fueron calles llenas de vida y que ahora lo están de maleza, por lo que tenemos que usar los bastones a modo de machetes para que el paso sea un poco más cómodo y no quedarnos enganchados en alguna zarza. Pero enseguida damos con un ancho camino que nos conduce a la iglesia.

Nos sorprende la sencillez de su románico en el exterior. Creo que ya he confesado que tengo una especial predilección y debilidad por este estilo arquitectónico español.
Llaman mi atención los capiteles, dos a cada lado que representan, de izquierda a derecha a dos guerreros que rodean a un hombre, una cabeza con evidentes rasgos demoniacos y al otro lado, una gran cabeza pero con rasgos más suavizados y por tanto, caracteres distintos a la anterior, junto a otro capitel que representa a un centauro con la ballesta en una mano y la flecha en otra.
Pero nos sorprende aún más su interior donde se pueden contemplar los restos  de unas pinturas  góticas  de singular valor y que en su parte superior representan unas figuras sobre un fondo negro y abajo, la tentación de Adán y Eva y su expulsión del paraíso y en su parte derecha, lo que debe ser San Lorenzo ya que en una mano lleva la parrilla; además hay otras pinturas más deterioradas y de difícil identificación. El acceso está protegido con una buena reja lo que nos  permite disfrutar de estos frescos evitando a la vez su posible expolio y manteniendo también alejados a los gamberros insensibles.

Pero no menos espectaculares y hermosas son las vistas que se gozan desde allí, con un hermoso valle que se extiende a derecha e izquierda cerrado por una suave cadena de montañas. El color verde lo inunda todo con distintos tonos y su monotonía es rota por florecillas silvestres que salpican aquí y allá. Los rayos del sol suman su luz para embellecer aún más si cabe esta hermosa estampa. Todo un regalo para la vista y para  el corazón. Creo que la contemplación de estos lugares me  quita alguna arruga y además, posiblemente me regalen vida ahora y minutos al final de ella...

Una pareja burgalesa disfruta de su bocadillo y entablamos una breve conversación en este solitario lugar. Les hablamos de nuestras intenciones de ir mañana al salto del Nervión. Nos confirman que el paseo es precioso en sí mismo por discurrir a través de un bosque de hayas, pero que ver el salto es bastante difícil. Parece ser que la caída del agua no es continúa, más bien algo anárquica obedeciendo a las lluvias, desaguando en momentos puntuales para secarse después a no ser que el río se nutra del deshielo, por lo que aquí sí habría un poco más de continuidad en su caída. Nos dicen que ellos lo han intentado varias veces, la última hace 20 días, no consiguiéndolo aún, y que si lo logramos, nos acordemos de ellos. “Autocaravaneros” también y ex-californianos (camperos) nos confiesan que  han visto nuestra autocaravana abajo y han estado dando vueltas alrededor de ella porque les ha gustado.

Los dejamos disfrutando de sus bocadillos para iniciar el regreso bajo unas amenazadoras nubes grises que están cubriendo el cielo. La casi desaparición del sol hace que baje la temperatura y tengamos que buscar nuestros chubasqueros que nos protegerán algo de la pérdida de calor.

Ahora nos encontramos con más gente que hace el mismo camino. ¡Qué bueno es adelantarse un poco para poder disfrutar de la paz que da la soledad!...además de ofrecer otras posibilidades…y allá cada uno con su imaginación...

 Y hemos tenido suerte porque la lluvia nos ha respetado y llegamos al aparcamiento, ahora con turismos aparcados. Nos tropezamos de nuevo con la pareja  con la que nos cruzamos en el camino.  Y nos hacen una curiosa pregunta: si sabemos de dónde vienen. Desde luego la gente no deja de sorprenderte. Nos confiesan que han dejado el coche en algún sitio, pero no han tenido la precaución de mirar donde. Solo lo han aparcado y se han puesto a andar. Cuando han llegado a Herrán, han intentado volver a su coche –¡madre mía, cuanta desorientación!- pero han descrito un círculo y han regresado al mismo lugar. Para acrecentar mi sorpresa, aunque estaban completamente perdidas, no parecían ni preocupadas ni nerviosas…sería su carácter latinoamericano, o el paseo por este ídílico lugar. Deduje -supongo que acertadamente porque si no todavía estarían dando vueltas- que habían dejado su coche en Lalastra y que lo mejor que podían hacer era regresar por donde habían venido deshaciendo el camino. No me pude ofrecer a llevarlas porque cuando en su día miré los mapas, para ir a Lalastra  había que dar una gran vuelta. Así que,…el refrán dice que el que “no tiene cabeza debe tener pies”.




Después de esta anécdota ponemos rumbo a Pedrosa de Tobalina a ver sus cascadas.
Una vez allí preguntamos y nos dirigen al Bar Velez, en la misma carretera. Aparcamos en un ancho arcén y dejando la esquina de este bar a nuestra derecha, descendemos unos 20 metros hasta el río para descubrir unas espectaculares y hermosas cascadas que se abren en abanico y por las que se descuelga el agua con inusitada fuerza, conformando un espectáculo bello e impresionante. Lástima que el sol no ponga aquí su luz para dar más vida y color.

Regresamos deshaciendo el camino y casi en la esquina de este bar y a nuestra derecha, nos desviamos un poco hacia un mirador desde donde se puede contemplar la caída del agua desde arriba. El espectáculo es igual de hermoso... si no más. Es difícil valorarlo. El agua, serena y contenida, se rebela con toda su fuerza deshilachándose en infinitas gotas unidas por un invisible hilo, para precipitarse alegres e impulsivas al vacío y serenarse al ser contenidas una vez más.
Después de disfrutar de esta mágica visión en una primavera especial por la cantidad de agua que ha caído durante el invierno, decidimos improvisar algo y poner rumbo hacia la Iglesia románica de San Pantaleon de Losa, ya en el valle de Losa y del que tan solo nos separan 10 kilómetros. La decisión la hemos tomado sobre la marcha tras leer que corresponde a un románico burgalés muy característico. Como ya he dicho, tengo debilidad por el románico, pero ahora añado que si se trata además de ermitas…la atracción que ejerce en mi las hace casi irresistibles.
 
Tras atravesar el río en un estrecho puente, nos asomamos al valle de Losa   y a nuestra izquierda, arriba,  vemos una gran roca en forma de barco y una pequeña  y solitaria ermita encima de ella que parece navegar sobre ella… Y sospecho que puede ser nuestra ermita románica.



La sospecha es confirmada por un lugareño que además nos dice que no podemos subir en coche y que debemos hacerlo andando...Y yo creyendo  en mi ignorancia que tenía el cupo cubierto con el desfiladero matutino,… pero, adelante, un esfuerzo más.



Un poco antes de llegar a un aparcamiento que queda justo frente a este peñasco, ha roto a llover y las nubes grises se han cerrado sobre nosotros, por lo que después de comer y aprovechando que la lluvia había cesado, decidimos renunciar a una merecida siesta para encaminarnos a la ermita.

Tomamos un camino estrecho, asfaltado que sube casi en línea recta a esta roca. Al principio se hace duro y parece que llevo plomo en mis piernas. Una vez llegado a un pequeño grupo de casas, y tras atravesar una



puerta que parece introducirnos en una propiedad privada y llegar a la pared de la ladera, giramos a la izquierda y continuamos hasta una iglesia para seguir ascendiendo, ahora ya más suavemente y siempre dejando la roca a nuestra derecha. Tras unos 15 minutos de ascensión divisamos la solitaria y blanca ermita de San Pantaleón y unos 5 últimos y duros minutos después, estamos admirando su original portada románica.


Data del siglo XIII y se considera una de las obras más hermosas y originales del arte románico burgalés. Parece plagada de esotéricas y misteriosas leyendas, conocida por la relación que algunos han hecho entre la edificación y la leyenda del Santo Grial. Parece que en la ermita se conservó durante años una ampolla de San Pantaleón y que existe la sospecha más que fundada, de haber pertenecido a los caballeros templarios “Guardianes del Grial”. Y para rematar todo esto, leo que  la comarca está llena de enclaves cuyos nombres parecen sacados de los romances medievales que dieron lugar a la leyenda: Criales, El Cuerno, La Magdalena, Siones… Al margen de toda esta “leyenda”, nos llama poderosamente la atención la figura, casi de tamaño natural, de un atlante que custodia la entrada. Curiosas e intrigantes son también las figuras de lo que son llamados “prisioneros”: en las arquivoltas hay  unos personajes que aparecen encajados y de los que se ve solo la cabeza y luego las piernas, como si el resto del cuerpo estuviera metido dentro de un tubo. Lejos de leyendas o mitos, lo que sí parece claro es que tiene una misteriosa iconografía lo que sumado además a su situación y enclave nos indica que no estamos ante un edificio cualquiera.



 La rodeamos y nos asomamos a sus espectaculares vistas sobre el valle. Desde luego, y al margen de leyendas, mitos, símbolos, etc., su ubicación es casi inmejorable, y hasta ahora no había visto ninguna ermita en un lugar de una belleza tan grandiosa y espectacular. De nuevo, las palabras se declaran cortas para describirla.


Bajo un cielo plomizo y amenazante, iniciamos el regreso y una vez en la autocaravana, decidimos dedicarnos a las labores de “limpieza” (fregar los platos de la comida) y de restauración del “resuello” perdido casi a medio camino de la ermita.


Ahora nuestro destino está en la localidad de Puentearenas donde se encuentra otra ermita como no, románica, la de San Pedro de Tejada de la que tan solo nos separan 20 kilómetros  Después de Trespaderne, circulamos por la carretera que se abre paso a través del desfiladero de la Horadada, de impresionantes pareces casi verticales pobladas de robles, hayas, quejigos y tejos entre otras variedades que no podemos diferenciar  y que discurre  durante 5 kilómetros paralela al río. Al salir del desfiladero comenzamos la ascensión del puerto de la Varga por una carretera algo retorcida y de firme defectuoso, para adentrarnos en otro hermoso valle, el de Valdivieso y descubrir la sierra de Tesla. Toda la comarca de las Merindades es una belleza pero con un invierno y primavera tan lluviosos la belleza parece estallar por todos los rincones. 



Llegamos a Puentearenas y tras atravesar su puente sobre el Ebro, vemos una señal que nos indica la dirección de esta ermita por una carretera más bien estrecha. Dado que la distancia no llega al kilómetro, decidimos aparcar junto al río para continuar andando. Aunque asciende, lo hace muy suavemente y solo el último tramo se hace un poco más duro, o eso me pareció a mí que ya había  superado mi “cupo” en la ermita de San Pantaleón, restándome ahora pocas fuerzas.


Pero cuando llegamos allí una alta verja nos separa de esta ermita que compruebo que es toda  una preciosidad. Un cartel informa que solo abre los fines de semana. Me enojo, por decirlo suavemente, preguntándome porqué no me han avisado de esto antes de subir y mi enfado va aumentando llegando casi a un punto de “ebullición” cuando no consigo comprender porqué esta joya, esta belleza, que si bien es propiedad particular ha sido restaurada con fondos públicos, no puede ser disfrutada por todos aquellos que lo deseen en un horario más amplio.  Pienso en mil soluciones para que TODOS podamos admirar y disfrutar de lo que es bello. Y sigo "encendida" reclamando mi derecho a disfrutar de todo lo hermoso, sobre todo cuando estamos rodeados de tanta fealdad...



Admiré como pude esta auténtica joya del románico burgalés, elegante, sobria, sencilla, original y en un excelente estado de conservación.

La historia de esta ermita comienza en el  en el siglo IX, cuando  se funda el monasterio del que formaba parte. Éste, ya desaparecido, pasó en el siglo XI a depender del cercano Monasterio de San Salvador de Oña.

Ya junto al río, mi enojo se suaviza tras mantener una breve conversación con una pastora lugareña que se queja…como no…del tiempo. Dice que el año pasado perdieron la cosecha de fruta, y que ahora ya hay demasiado agua. Si llueve, porque llueve, y si no llueve, porque hay sequía…desde luego “nunca llueve a gusto de todos” y menos, y que me disculpen, de los agricultores y/o ganaderos.


Rumbo a Frías. Disfruto de la carretera, de un entorno maravilloso, de la música -regalo de los diosos no pudiendo concebir mi vida sin ella-  y canto con la Oreja de Van Gogh, cuando de pronto y a escasos 5 metros salta una cierva que empapada cruza la carretera. Me pongo a dar saltos sobre el asiento –literalmente, y quien me conoce sabe que no exagero- exclamando entusiasmada “¡Qué bonito! ¡Qué bonito!” Y es que –curiosidades- el día anterior cuando vimos las señales de peligro de animales sueltos, Angel comentó que nunca se nos había cruzado ninguno. Vaya, parece que esto hubiera sido una especie de plegaria que fue escuchada.





Otro hermoso regalo para atesorar, un recuerdo que quedará imborrable. Y continuamos nuestro camino hasta el aparcamiento del castillo de los Velasco ya en Frías, donde dejamos la autocaravana para darnos un relajante paseo por esta hermosa localidad en donde el tiempo parece haberse congelado, aunque, tengo que decirlo, el pueblo está tan cuidado y algunos de sus rincones tan “nuevos” que parece un tanto artificial y “el viaje en el tiempo” no resulta tan logrado.


La primera referencia histórica de esta localidad se encuentra en el siglo IX. Por sus tranquilas y empedradas calles nos dirigimos al castillo de los duques de Frías o de los Velasco, que corona el cerro de la muela en una posición estratégica privilegiada sobre el valle. Pasamos antes por la hermosa iglesia de San Vicente cuya torre se vino abajo a principios del XIX llevándose parte del cenobio. Para reconstruir el templo vendieron la portada a los americanos, así que si queremos disfrutarla hemos de viajar al Museo "The Cloisters" en Nueva York.  Nos  detenemos en el mirador de las casas colgantes para admirarlas desde arriba ya que habíamos tenido el privilegio de acostarnos y levantarnos con la vista de  éstas bañadas con la luz del atardecer y de los primeros rayos de luz de la mañana desde el area de servicio de autocaravanas situada en la parte de abajo de Frías.  Luego nos desplazamos al lado contrario completando las hermosas vistas sobre el valle. El emplazamiento de todo el conjunto es espectacular.


El castillo data de finales del XII aunque sufrió varias modificaciones e impresiona sobre todo su Torre del Homenaje  que corona el conjunto y que parece mantenerse en sorprendente equilibrio sobre este peñasco carcomido por el tiempo, aunque en la primera mitad del XIX se derrumbó causando la muerte a 30 personas. Pero cuando llegamos lo acaban de cerrar y no podemos visitarlo hasta las 11 h de la mañana siguiente. Leo que  esta torre, encastrada en el roquedo, está separada del resto del recinto manteniendo un sistema singular de defensa. Posiblemente su visita sea interesante, pero ya no nos dará tiempo para ello. Las prioridades son otras.
Nos instalamos por segunda noche consecutiva en la espaciosa y tranquila area de servicios  donde hoy nos haría compañía otra autocaravana más. Parece ser que el área ha sido inaugurada la semana pasada. Posiblemente hemos sido los primeros en usarla después de esta inauguración oficial.


Hemos cenado  ligero y bailado muy juntitos al ritmo de Frank Sinatra y su "Strangers in the night". Como cuando éramos novios...y es que me siento más joven...broche perfecto para un día espléndido...y las cosas van ocupando su lugar.


2 de mayo de 2013. Area de Frías
(Frías-Salto del Nervión (Monte Santiago)-Tobera (desfiladero del río Molinar)-Oña)


Noche tranquila en la que he escuchado el golpeteo suave e intermitente de la lluvia contra la claraboya. Es un sonido agradable y acogedor...desde dentro y envuelta en la calided de las sábanas y alejada la soledad por el abrazo de Angel. La mañana parece más apagada que la anterior. El cielo está gris, más cubierto que ayer. Tenemos programado ir a Berberana, al Monte de Santiago a ver el salto  del Nervión y para allá ponemos rumbo alrededor de las 9,30.


Dejamos atrás el embalse de Sobrón, sobre el Ebro que  se alarga a la derecha de la carretera y que discurre encajonado entre las paredes casi verticales. Es en este último tramo donde el río atraviesa la espectacular garganta conocida como las Hoces de Sobrón  formando un paisaje duro y de gran belleza. Hemos pasado de la suavidad del valle de la Tobalina a las escarpadas paredes en las que la vegetación que las cubre parece retar a la Ley de la Gravedad. Este embalse almacena las aguas del Ebro para refrigerar el reactor nuclear de la central de Santa María de Garoña, la más antigua en funcionamiento de España y que durante este año tiene previsto cerrar.  Sus últimos kilómetros delimitan la frontera entre las provincias de Burgos y Alava. 


Abandonamos momentáneamente la provincia de Burgos para entrar en la de Álava durante  unos kilómetros para recuperar la provincia burgalesa de nuevo. Un poco después de pasar  la localidad de Berberana y subiendo el puerto de Orduña aparece una indicación hacia el Monte de Santiago. Una garita nos da la bienvenida y una ancha pista forestal nos  introduce en este espacio natural. Aunque hay un aparcamiento a mitad de camino, nos dirigimos hasta el final de la pista, a unos 3 kilómetros junto al centro de interpretación.
Y es llegar y comenzar a llover, y por el cielo, no parece que vaya a parar en breve así que nos equipamos con calzado y ropa preparados para agua y unos buenos paraguas. Iniciamos un camino  de unos 1,7 kilómetros por una pista ancha,  señalizada como PR BU 42  y muy cómoda que discurre por un hermoso bosque de hayas, mis favoritos, aunque…no es otoño. No más de media docena de personas caminamos tranquilamente hacia el mirador. Justo antes de la salida del bosque de hayas, a nuestra derecha, vemos una antigua lobera que ha sido restaurada y recuperada hace poco. Unas estatuas de mayor tamaño que el natural representan a los aldeanos haciendo ruido golpeando  y conduciendo a los lobos hacia un foso a través de unas paredes de piedra  paralelas que se estrechan formando un embudo y que finalizan en este foso donde se les daba muerte.

Ya vemos lo que es el mirador del salto del Nervión, pero una niebla se va cerrando. Este mirador se encuentra literalmente colgado sobre un espectacular anfiteatro rocoso por el que en épocas de deshielo o fuertes lluvias se precipita en una cascada de casi 300 metros de altura, el río Nervión. Cuando llegamos atisbamos lo que parece el salto y su atronador  sonido. Esperamos pacientemente y en un momento determinado y durante medio minuto, la niebla parece retirarse y podemos ver este espectacular salto de agua, pero rápidamente vuelve a cerrarse y aunque aguardamos a que se retire, la espera es inútil y la niebla comienza a envolvernos. Si antes habíamos visto brevemente algo del fondo de este cañón, ahora la visibilidad era nula. Lástima haber solo podido vislumbrar brevemente las vistas del valle desde este punto privilegiado.


 La gente va desapareciendo y  regresando al aparcamiento por donde habíamos venido, pero nosotros decidimos acercarnos hasta el mirador de Rubén por un camino que discurre paralelo a este impresionante cañón. A nuestra derecha se abre  un vacío cubierto de blanca y densa niebla con carteles que avisan de no acercarse, y a nuestra izquierda el bosque de hayas envuelto en esta niebla que lo hace aun más mágico de lo que ya es.



Los bosques de hayas en otoño son absolutamente deliciosos emborrachando con su amplia gama de colores los ojos de quienes lo contemplan, pero en cualquier otra estación, envueltos en la niebla, tienen una magia que abraza a quien camina por ellos. Parece que los duendes,  elfos, trasgos o gnomos vayan a salir de  detrás de cualquier haya o arbusto, o que un hada juguetona corra jugando con ellos. Es una completa belleza y la soledad acrecienta esta sensación de hermosura.


Pero el camino se hace pesado, ya que la humedad del entorno acompañado por la lluvia, que aunque débil, no deja de caer, hace que pisemos continuamente puches y nuestros pies se deslicen levemente de vez en cuando. Nuestros pasos no consiguen ser homogéneos debido a las numerosas rocas que salpican el camino y tenemos que prestar mucha atención a donde ponemos nuestros pies, por lo que el avance se hace más penoso y cansado. Caminamos solos y en un silencio que casi duele. Es como si el mundo hubiera desaparecido alrededor y la nada nos envolviera...Aunque el camino esta muy bien indicado, las condiciones hace que se alargue y dude de si nos hemos equivocado o no, pero enseguida podemos atisbar el mirador que  queda colgado sobre este inmenso acantilado que alcanza ahora, y según los carteles, los 600 metros de altura con paredes verticales. Una lástima no poder contemplar toda la grandeza y belleza de este paisaje que me imagino sobrecogedor, pero...también la niebla tiene su pequeño encanto y hemos podido disfrutar del salto espectacular de este río, cosa que parece que no es fácil bien por falta de agua, o por la presencia de la niebla que es bastante frecuente.


Ahora ya estamos en el punto de inflexión de nuestro camino y comenzamos el retorno por una ancha y cómoda pista que discurre entre este precioso bosque de hayas. Y de repente, un regalo más: una cierva o corza corre por nuestra derecha y cruza la pista rápidamente a unos 10 metros de nosotros....Vaya, años sin disfrutar de esto y ahora uno al día....!!!


La pista desciende hasta llegar en poco tiempo al aparcamiento. Después del camino anterior, éste nos ha parecido una pista de despegue. Ahora hay más turismos y decidimos, a las 13,15 h poner rumbo a Frías para comer allí y después acercarnos a Tobera a pasear por sus cascadas.





Deshacemos el camino hecho por la mañana y aproximadamente  una hora después llegamos y decidimos comer cerca del puente medieval disfrutando de sus vistas. Otra autocaravana ha pensado lo mismo y nos imita. Un restaurante con vistas inmejorables y el menú tampoco estaba mal…por no hablar de la compañía, aunque esta vez nos falta nuestra peluda. Ya no hablo de nuestros hijos que hace unos años nos han abandonado. Recuperar la tan ansiada vida de pareja perdida durante años…es más  duro de lo pensado.


Descansamos y ponemos rumbo a Tobera,  la Iglesia de Santa María de la Hoz en el desfiladero del río Molinar.

Hay varios vehículos aparcados, pero sitio suficiente para todos, tanto a la derecha como a la izquierda de la carretera. Ascendemos por unas escaleras para  ver esta iglesia románica por el exterior. Del siglo XIII el lugar en el que está enclavada es de una gran belleza. En la portada aparecen unas ojivas ligeramente apuntadas lo que delata su traza románica tardía.  Abajo hay un pequeño edificio, el humilladero del Santo Cristo de los Remedios que data del XVII. El conjunto se completa con un pequeño puente medieval, ligeramente apuntado en su centro que salva el río Molinar. Este río movía los batanes o molinos que durante los siglos XVI y XVII surtieron de papel a las imprentas de la ciudad de Burgos. Comenzamos a descender por unos escalones y seguimos un cómodo camino de piedra que discurre paralelo al río que vamos dejando a nuestra izquierda. Diversos miradores estratégicamente colocados nos asoman a un grupo de cascadas a cual mas hermosa. Hay varios saltos y el río esta cargado de agua por lo que el espectáculo es inmejorable. Vamos descendiendo por esta senda empedrada y sorprendiéndonos por el espectáculo que nos brinda en cada rincón unas aguas bravas que se precipitan salvando con sus saltos el desnivel del terreno. Las disfrutamos desde arriba y luego desde  abajo. Una misma cascada tiene vistas completamente distintas. Una auténtica belleza y desde luego el año y la estación, perfectas para poder disfrutarlas en todo su esplendor.

Dejamos atrás este hermoso rincón para poner  rumbo a lo que sería nuestro final por hoy: Oña. Desde La Aldea tomamos una estrecha carretera que nos conduce hasta Oña pasando por Barcina de los Montes donde una señal a la entrada que  nos avisa de “peligro, niños sueltos” provoca nuestra sonrisa. Nos los imaginamos atacando violentamente a todo el que pase por esta recóndita localidad.


Y la carretera nos introduce en un bosque de pinos y hayas hasta desembocar en Oña, a la que encontramos encajada  a los pies de los montes Obarenes y surcada por el río Oca afluente del Ebro en un lugar especialmente hermoso. Por la hora, decidimos aparcar en un ancho arcén y dirigirnos rápidamente al Monasterio de San Salvador. La suerte nos sonríe, son las 17,30 y la última visita comienza en media hora.  Así que aprovechamos para comprar unos dulces típicos (rocas de Oña) y visitar el museo de la resina en una torre cercana.

A la entrada del monasterio y casi a las 18h, nos congregados un grupo reducido de personas y enseguida aparece nuestro guía al que me dirijo para pedirle permiso para poder realizar fotografías. Lamentablemente sólo podría hacerlas con un permiso expreso del episcopado, así que, me tuve que conformar con las que hice  en el claustro, único lugar donde estaba permitido.


Fue fundado en el siglo XI por un conde de Castilla nieto del Conde Fernán González. En principio fue masculino y femenino, para pasar luego a ser masculino, de la orden benedictina.  Llegó a ser una de las instituciones más influyentes de todo el reino de Castilla y en el siglo XVI Fray Ponce de León creo la primera escuela de sordomudos del mundo.  Pero la invasión francesa primero y la desamortización de Mendizábal después, marcaron el abandono de la comunidad benedictina. En el XIX su iglesia se convierte en parroquia y las dependencias del monasterio no serán restauradas ni ocupadas hasta finales del XIX en que fueron adquiridas por los Jesuitas  quienes crearon el Colegio Máximo (facultades de teología y filosofía). A finales del siglo pasado  vendieron  a la Diputación Provincial de Burgos.


 Lo primero que me llama la atención son sus dimensiones que transcribo: “83 metros de longitud, 20 metros. de ancho, y 20 metros. de altura”.  Nos detenemos en primer lugar frente a un mural al fresco de pintura gótica-lineal, datada en los principios del siglo XIII , en el que se narra la vida de santa María Egipcíaca A ambos lados las tablas góticas del primitivo retablo. Frente al fresco, en el lado del evangelio, la talla del Cristo de Santa Tigridia  posiblemente de finales del XII con trazas románicas y góticas.


Seguidamente accedemos a la inmensa capilla, una auténtica joya y que está coronada por una bóveda estrellada de 400 m² Es en el siglo XVIII cuando se abre en su frente un ábside con objeto de albergar el cuerpo de San Iñigo, uno de los patrones de la ciudad.

La sillería del coro, según nuestro guía, fue realizada por los mismos monjes, aunque la diferente documentación  consultada habla de un solo fraile. De estilo gótico, destacan las filigranas de la parte superior de los sitiales, que más parecen calados y encajes que madera. A ambos lados se encuentran los panteones, uno para los condes y otro para los reyes, de una gran belleza y de  estilo gótico mudéjar del siglo XV. Me fijo especialmente en las “piñas” que cuelgan, de una sola pieza y especialmente hermosas.
Los  ocho sarcófagos son únicos en Europa, ya que son de madera de avellano con incrustaciones en boj.

El retablo mayor es de estilo barroco y al fondo la capilla de San Íñigo y que guarda sus reliquias. Pasamos a la sacristía del XVIII, de grandes proporciones y muy luminosa que  guarda algunos  tesoros parroquiales y trozos de sudarios de reyes. De aquí a la sala capitular donde nuestra atención se dirige a  los arcos policromados de una arquería románica que posiblemente ocupó parte del refectorio.


Y llegamos al claustro, del XVI, con unos amplios ventanales y elegantes tracerías que hace de él uno de los más bellos de España. Reconozco, que si bien tengo debilidad por el románico, la belleza y singularidad de este claustro me atrapa y pululo por él sin poder dejar de admirarlo y mis ojos tratan de recoger en lentas pasadas los detalles que lo hacen tan hermoso. Media hora después estábamos fuera y unos minutos más tarde en un amplio aparcamiento de autocares, junto al río Oca. Una camper y otra autocaravana más nos hicieron compañía esta noche (N 42º44.135;O 3º24.840). Me di una buena ducha y preparé el postre que disfrutaríamos al día siguiente con mi amigo, “desterrado” por un tiempo en la bella ciudad de Burgos y que ha estado presente en mis pensamientos en todo el recorrido por estas hermosas tierras, sobre todo el primer día que fue fiesta nacional.

Y la noche nos cubrió sin apenas darnos cuenta y después de acordar nuestra cita para compartir la comida del día siguiente  en su casa, nos fuimos a dormir “arrullados” por las campanadas de la iglesia, que afortunadamente cesaron a las 24,00…

Oña, 3 de mayo de 2013.
(Oña-Poza de la Sal-Briviesca-Sotopalacios-Burgos-Boadilla del Monte)  
 Hasta las 7,30. Y una hora después pusimos rumbo a Briviesca, desviándonos antes a Poza de la Sal, por eso de haber sido la cuna de Felix Rodríguez de la Fuente. Pero nos encontramos con una localidad grande que supongo que tendría su encanto, posiblemente por las callejuelas del interior, pero en la que con pocas ganas ya, nos limitamos a mirar desde la carretera los restos de las antiguas salinas para dar la vuelta.

Y Briviesca también me defraudó. Pueblo grande, con algunos sitios destacados, pero con poca “personalidad”. En su area de servicios aprovechamos para descargar grises y negras y pusimos rumbo al destino anterior a Burgos: Sotopalacios, a unos 12 km al norte para comprar …morcillas. Desde la primera vez que las probé, no he querido otras, así que decidimos darnos el gusto y además, llevar a nuestros amigos. Desde luego no es el regalo más habitual, y no sé si elegante, pero…para nosotros son un tesoro que deseábamos compartir.
Nos habíamos citado con mi amigo en su casa “provisional” para poder comer juntos a partir de las 15,00 horas. A las 13,30 llegamos a Burgos y buscamos un sitio donde aparcar cerca de la Plaza de España. Pero en los aparcamientos en batería no cabíamos y tendríamos que haber utilizado 2 ó más plazas, así que decidimos buscar algún hueco en un aparcamiento en línea, lo que conseguimos en una calle perpendicular a la Avenida de los Reyes Católicos, a 5 minutos de nuestro destino.

La hora nos hizo renunciar a visitar alguno de sus emblemáticos monumentos recordando nuestra más tierna juventud, cuando conocimos esta ciudad quizás 30 años atrás. Ya ha llovido y sobre todo, helado, en esta capital y hemos vivido muchas cosas. Si la memoria no me falla, viajábamos entonces en un SEAT 850 que heredamos de mi padre y en una “canadiense” de 2 plazas en la que nos teníamos que vestir tumbados…Teníamos pocos años y mucha ilusión, y buscábamos nuestro futuro que entonces, ni existía. Yo debería estar en la “veintena” y ahora ya…peino bastantes canas, aunque la química engañe.
Así que decidimos ir al centro, localizar la casa de nuestro amigo y luego darnos un tranquilo paseo en el que rodeamos la catedral. De regreso a la auto esperamos su llamada y cuando la recibimos nos dirigimos a su encuentro.
Con mi amigo Kike comparto sobre todo la afición por el tenis, aunque según nos conocemos, descubro que compartimos más cosas, como suele ocurrir en estos casos. Somos contrincantes y no obstante, buenos compañeros en los dobles. No es fácil encontrar un buen  compañero en el que se conjuguen varios factores como es el caso, no solo técnicos en cuanto a nivel de tenis  -el suyo es superior al mío y si desplegara “todo su poderío” posiblemente me barrería de la pista-   sino otros que se refieren a cualidades a veces poco habituales en los hombres -y que me perdonen los que sean excepción, que doy fe que los hay- como que su objetivo principal sea divertirse y no ganar, o afirmar su masculinidad demostrando que, como hombres, son mejores en la pista cuando su contrincante es una mujer. Así que, para mí, es un lujo en la pista y voy descubriendo que como amigo también.

Dejando la literatura a parte, disfrutamos de una informal y encantadora  comida, pero sobre todo, disfrutamos de la compañía mutua en una casa ..."sorprendente". Desde estas líneas, quiero agradecer a mi amigo su hospitalidad,  su calor y su sencillez, sobre todo porque sus circunstancias no son las más adecuadas para facilitar ésto. Una vez más supo sorprenderme, también fuera de la pista.
Y sobre las 18,15 dejamos atrás la ciudad de Burgos llegando a casa unas dos horas y media después sin nada relevante que reseñar, excepto la nostalgia de unos días en que a pesar de que el tiempo no nos había acompañado del todo, habíamos disfrutado de una esplendorosa primavera en un marco incomparable comprobando que en esta zona de las Merindades de Burgos se puede conjugar casi a la perfección naturaleza y cultura y que por tanto, es un destino sorprendentemente hermoso donde además, nos sentimos acogidos, siendo recibidos en muchas localidades con los brazos abiertos en sus cada vez mayor número de areas de servicio.
Y apartando otros trabajos pendientes, y dada esta primavera tan especial, le he dedicado en exclusiva tiempo a este relato para ponerlo a disposición  de todo aquel que desee disfrutar de esta espléndida estación cargada de agua  y de vida y que además, quiera dejarse guiar en un recorrido por  esta hermosa zona de las Merindades de Burgos, elija la forma de viajar que sea.

"Es bueno ir a la lucha con determinación,
abrazar la vida con pasión,
perder con clase y vencer con osadía,
porque el mundo pertenece a quien se atreve
y la VIDA es mucho para ser insignificante"

(C.Chaplin)

Algunas imágenes más


Pedrosa de Tobalina

Area de servicios de Frías

Desfiladero del río Purón

Desfiladero del río Purón

Desfiladero del río Purón
San Pantaleón de Losa

San Pantaleón de Losa

Frías

Castillo de los Velasco (Frías)

Frías

Monte de Santiago (Salto del Nervión)

Monte Santiago

Tobera

Monasterio de San Salvador (Oña)

Monasterio de San Salvador (Oña)

Monasterio de San Salvador (Oña)

Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Mayo de 2013

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